Page 482 - La Constelación Del Perro - Peter Heller
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Me  subí  al  montante  y  el  Abuelo  me  los  iba


              pasando. A setenta metros empezaba la ciudad:


              un centro recreativo, una gasolinera Sinclair, una


              horterada de casita de madera oscura: HELGA’S,


              COMIDA                       ALEMANA                          Y              LICORES.


              Milagrosamente, la ciudad no había ardido.




                     Cima se quedó inmóvil en la carretera con las


              manos en los bolsillos de los vaqueros, mirándolo


              todo.  Todavía  parecía  impresionada.  El  mundo



              más allá del cañón. El mundo vacío y en llamas.


              Los  edificios  intactos  eran  los  que  más  miedo


              daban.  Al  menos  a  mí.  Porque  casi  parecían


              normales,  porque  despertaban  ecos.  Como  una


              campana  vibrando  mucho  después  de  apagarse


              el sonido.




                     Quiero  entrar,  dijo,  señalando  el  restaurante


              alemán como si fuera una turista.




                     ¿Ahí?




                     Sí.




                     Cuanto  antes  recojamos  el  petate  y


              despeguemos,  más  seguros  estaremos.  Parece


              que está vacío, pero nunca se sabe.




                     Quiero entrar.







                                                                                                           482
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