Page 484 - La Constelación Del Perro - Peter Heller
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A un montón de sitios, pensé, pero no lo dije.


              Al otro lado, para empezar. O a un lugar muy muy


              adentro.  Hay  un  montón  de  sitios  a  donde  los


              demás no pueden acompañarte.




                     No  dije  ni  pío.  La  puerta  estaba  abierta,  no


              había  puerta.  Quizá  había  acabado  en  la


              chimenea, junto con los muebles.




                     Las ventanas estaban tapiadas con tablones.


              Se  habían  preparado  para  resistir  a  los  malos


              tiempos, para proteger el negocio, los ahorros de


              toda una vida. Aquellas señales de optimismo, de



              pertinaz                 esperanza,                      resultaban                    hasta


              conmovedoras. Entramos.




                     No  habían  quemado  los  muebles:  en  la


              penumbra se intuía la presencia impasible de las


              mesas,  las  sillas  de  madera  maciza.  Había  una


              chimenea  en  el  centro,  un  hogar  redondo


              perfilado de piedras, imprescindible pieza central


              de  todo  diseñador  après ski  de  pocas  luces.



              Seguramente habría ollas de fondue en la cocina.


              Cerca de la puerta, hasta donde llegaban la nieve


              y  la  lluvia,  la  madera  estaba  combada  y  sucia,


              pero  más  allá  no  había  más  que  polvo  seco  y


              rastros de ratones y cagadas. Al fondo estaba la








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