Page 490 - La Constelación Del Perro - Peter Heller
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La casa de Bangley, cien metros al norte,
donde tenía su taller de armero en aquel salón
con la foto de la rubia familia de esquiadores,
todavía estaba en pie, pero habían reventado los
cristales a balazos y se veían marcas de
quemaduras alrededor de la ventana
abuhardillada, que estaba astillada, y justo al lado
se abría un gran agujero en el tejado. Joder.
Joder joder joder.
El Abuelo estaba alerta, sentado muy derecho
sobre su mochila. Eché una ojeada atrás y vi que
sabía que pasaba algo horrible, y Cima me
apretaba la pierna y no podía apartarse de la
ventanilla, no podía separar la cara del cristal,
como una niña en el tanque de los tiburones.
Antes de aterrizar hice una pasada baja por
encima del huerto. Seguía en su sitio, intacto. El
agua seguía fluyendo por la cabecera y corría por
la mitad de los surcos.
Pero incluso desde doscientos pies de altura
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