Page 488 - La Constelación Del Perro - Peter Heller
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enterramos  y  que  a  estas  alturas  ya  habrían


              desperdigado los lobos y los coyotes y sabe Dios


              qué  más.  De  haberme  fijado,  habría  podido  ver


              un lamento blanco en forma de arqueada costilla


              o de calavera. Y sentí un arrebato de… ¿de qué?


              De  un  sentimiento  por  Bangley,  quien,  me  di


              cuenta  entonces,  se  había  convertido  en  mi


              familia. Porque era él, igual que mi madre veinte



              años  atrás,  quien  hacía  que  aquello  fuese  un


              regreso  al  hogar.  No  eran  mi  mujer,  mi  hijo,  mi


              madre,  sino  Bangley  con  su  voz  de  gravilla.


              Bangley, para quien era una cuestión de orgullo


              comportarse  todo  el  tiempo  como  un  gilipollas


              obstinado.




                     Y sentí un pinchazo de miedo, de reserva. ¿Y


              si estaba cabreadísimo conmigo?




                     Tenía  el  corazón  dividido.  Y  entonces  el


              miedo se sobrepuso a todo. Cuando descendí a



              seis mil pies y sobrevolé el río centelleante, que


              bajaba  con  poca  agua  pero  corría,  e  inicié  la


              aproximación  hacia  el  extremo  meridional  de  la


              pista  y  vi  las  casas  reducidas  a  cascarones


              abrasados,  vi  los  cimientos,  vi  la  mitad  de  mi


              hangar  arrancada  como  por  un  tornado  y


              quemada.






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