Page 98 - La Constelación Del Perro - Peter Heller
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madre guardaba en el cajón de los calcetines.
Respiraba y daba las gracias a algo que no era
exactamente Dios, a algo que todavía estaba allí.
Casi tenía la impresión de que no había pasado
el tiempo, todavía éramos jóvenes y aún vivían
muchas cosas.
Escuchaba el riachuelo y el viento y lo veía
mover las ramas oscuras y frondosas. No lejos de
allí, la oscura superficie de una poza estaba
espolvoreada de polen verde. Las raíces de un
árbol asomaban en la orilla y serpenteaban sobre
el agua, y en los espacios abiertos entre ellas se
mecían viejas telarañas y sus hebras brillaban al
ritmo del viento.
Sacaba los cuatro trozos de la caña envueltos
en franela y los encajaba girando las anillas de
metal y mirando a través de ellas hasta que
quedaban bien alineadas. Era una caña de viaje,
una pequeña Sage número cuatro que tenía
desde los días del instituto. Mi padre me la regaló
cuando cumplí dieciséis años, al poco de ir a vivir
con él. Murió de cáncer de páncreas al año
siguiente, antes de que pudiera enseñarme a
manejarla, pero terminé aprendiendo solo,
observando al tío Pete.
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