Page 101 - La Constelación Del Perro - Peter Heller
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En  todos  esos  años  en  el  aeropuerto  nunca


              dejé  de  ir  al  monte  con  mi  caña.  Dejaba  la


              mochila  en  el  suelo  y  montaba  la  caña  y


              respiraba  y  Jasper  al  verme  se  tumbaba  en  la


              orilla  dispuesto  a  contemplar  la  acción  desde  el


              mejor  sitio.  Me  calzaba  las  ligeras  botas  de


              vadeo,  que  eran  como  unas  botas  de  caña  alta


              con  goma  pegajosa  en  la  suela,  y  empezaba  a



              andar  sobre  las  piedras  lisas  que  al  aire


              quedaban grises y polvorientas y me metía en el


              riachuelo. En cuanto el agua las humedecía y las


              cubría, las piedras del lecho cobraban vida y se


              encendían sus colores, verdes y rojizos y azules.


              A mí me pasaba igual. Tenía esa sensación. En


              cuanto  el  frío  me  tocaba  los  pies y me  daba  en



              las espinillas.




                     Ya nunca me ponía vadeadores. Me gustaba


              sentir el agua fría contra las piernas.




                     Iba pensando, recordando todo esto mientras


              seguía la senda hacia las montañas y pensé que


              llevaba más de un año sin pescar, ni una sola vez


              el  verano  pasado,  y  me  pregunté  por  qué,  y


              entonces deseé haber llevado la caña y a Jasper,


              una  mochila  con  lo  necesario  para  un  día  y


              ningún  arma  y  a  Bangley  que  le  dieran,  ni






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