Page 27 - La Era Del Diamante - Neal Stephenson
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folleto volvió al asunto principal, que era las líneas de
crédito.
Bud ya lo había visto antes. El Peacock Bank llevaba el
mismo negocio que todos los demás: si te aceptaban, te
metían la tarjeta de crédito directamente en el cuerpo, en
aquel lugar y en ese momento, allí mismo. Esos tipos la
implantaban en el hueso ilíaco de la pelvis, algunos
optaban por el mastoides en el cráneo; cualquier lugar
donde hubiese un hueso cerca de la superficie. Había que
colocarla en un hueso porque la tarjeta tenía que hablar
por radio, lo que significaba que necesitaba una antena
de longitud suficiente para recibir las ondas de radio. A
partir de ese momento podías ir por ahí comprando cosas
sólo con pedirlas; el Peacock Bank, el mercader del que
comprabas y la tarjeta en la pelvis gestionaban todos los
detalles.
Los bancos variaban en su filosofía de intereses, pagos
mínimos mensuales y otros detalles. Nada de eso le
importaba a Bud. Lo que le importaba era qué le harían
si se retrasaba, y, por tanto, después de dejar pasar un
intervalo decente pretendiendo escuchar
cuidadosamente toda aquella mierda sobre tipos de
interés, preguntó, de pasada, como si fuese algo que se
le acababa de ocurrir, por la política de cobro. El
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