Page 169 - Marciano Vete A Casa - Fredric Brown
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o se volvía loco ya no les quedaría ninguna diversión; ya


            no quedaría nadie a quien atormentar.


               Sin embargo, la lógica de su informe había sido tan her‐


            mosa y sencilla...



               Su mente se sintió confusa y por un instante no pudo re‐


            cordar donde estaba el error. ¡Ah, sí! Si alguien dice que


            puede mentir, es que puede hacerlo; de otro modo, menti‐


            ría al decir que puede mentir, y si ya está mintiendo...


               Arrancó su mente de aquel círculo vicioso antes de que


            naufragase por completo. Se quitó la chaqueta y la corbata


            y las colgó en el respaldo de una silla, se sentó en el borde


            de la cama y se quitó los zapatos. Luego se tendió en la


            cama y cerró los ojos.



               De repente, un instante después, saltó casi medio metro


            en el aire cuando dos maullidos increíblemente estridentes


            estallaron en sus oídos. Se había olvidado de los tapones.


            Se levantó y se los puso, volviéndose a tender.


               Y soñó... con los marcianos.












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               El frente científico contra los marcianos no estaba tan or‐


            ganizado como el frente psicológico, pero era más activo.


            Al contrario que los psiquiatras, sobrecargados de pacien‐


            tes, sin tiempo material para dedicarse a la investigación y








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