Page 175 - Marciano Vete A Casa - Fredric Brown
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Lleno de horror, abrió los ojos y miró a su alrededor. Nin‐
gún marciano. Desde luego que no; los marcianos no exis‐
tían. No sabía por qué estaba tan seguro de ese hecho, pero
lo estaba. Tan seguro como de que ahora se hallaba en
plena posesión de sus facultades mentales.
Se volvió para mirar a Margie. Aún dormía tranquila‐
mente, el rostro inocente como el de una niña, su hermoso
cabello dorado extendido sobre la almohada. La sábana ha‐
bía resbalado, mostrando el tierno pezón rosado que coro‐
naba la suave redondez del seno. Luke se apoyó en un
codo, se inclinó hasta besarlo, con gran suavidad a fin de
no despertarla, ya que la tenue luz procedente de la ven‐
tana le decía que aún era temprano, sin duda poco después
del amanecer. Y también para no despertar su propio de‐
seo, pues durante el último mes había aprendido que ella
no quería saber nada de él durante el día en ese aspecto.
Sólo por la noche, y llevando esas malditas cosas en los oí‐
dos, de modo que no podía hablar con su esposa. Malditos
marcianos. Bueno, después de todo aquélla era su segunda
luna de miel, no la primera; además tenía treinta y siete
años y no muchas ambiciones por la mañana.
Se volvió a tender en la cama y cerró los ojos, aunque sa‐
bía que no podría volver a dormirse. Y no se durmió. Unos
diez minutos más tarde, se halló más despierto, de manera
que de deslizó en silencia de la cama y se vistió. Faltaban
pocos minutos para las seis y media, pero podía dar un pa‐
seo por los jardines hasta que fuese más tarde. Así Margie
podría dormir en paz cuanto quisiera.
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