Page 177 - Marciano Vete A Casa - Fredric Brown
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muy extensos; podía caminar mucho rato por dentro de
ellos.
Continúo andando, siguiendo la valla. Llegó hasta la pri‐
mera esquina y se volvió. Vio que no estaba solo, que no
era el único que había madrugado aquella mañana. Un
hombre pequeño, con una gran barba negra y cuadrada, se
hallaba sentado en uno de los bancos verdes esparcidos por
los jardines. Llevaba gafas con montura de oro e iba ele‐
gantemente vestido hasta la punta de sus brillantes zapatos
negros rematados en botines grises. Luke los miró con cu‐
riosidad; no creía que hubiera nadie que aún los usara. El
hombre de la barba miraba inquisitivo por encima del
hombro de Luke.
–Bonita mañana, ¿verdad? –dijo Luke.
Ya que se había detenido, hubiera sido descortés el no sa‐
ludarle.
El otro hombre no le contestó. Luke se volvió y miró a sus
espaldas, sin ver otra cosa que un árbol. Pero no vio nada
de lo que generalmente uno contempla en un árbol. Ni un
pájaro. Se volvió de nuevo, y el de la barba aún seguía mi‐
rando el árbol, sin fijarse en él ¿Estaría sordo? ¿O...?
–Perdone –dijo Luke.
Una horrible sospecha le invadió, al no recibir ninguna
respuesta. Dio un paso adelante y le tocó en un hombro li‐
geramente. El hombre de la barba se estremeció un poco,
extendió una mano y se frotó el hombro sin mirar a Luke.
¿Qué haría si lo arrancaba de su asiento a viva fuerza o le
golpeaba?, se preguntó Luke. Pero en vez de ello extendió
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