Page 196 - Marciano Vete A Casa - Fredric Brown
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No pronunció ni una sola palabra más después de aquella


          espléndida afirmación. Abrió los ojos e hizo una señal al


          hombre de la sala de control. Suspiró profundamente des‐


          pués de ver cómo se cerraba el contacto, y se quitó los ta‐



          pones de los oídos.


            Se puso en pie, emocionalmente exhausto, y caminó des‐


          pacio hacia la pequeña antesala situada entre el estudio y


          los grandes salones, deteniéndose un momento para reco‐


          brar la compostura antes de enfrentarse con los miembros


          de su séquito.


            Se volvió y por casualidad vio su imagen reflejada en un


          espejo colgado de la pared. Vio al marciano sentado con las


          piernas cruzadas sobre su cabeza, sus miradas se cruzaron



          en el espejo, vio su mueca de burla y oyó como decía:


            –Vete a..., Mack.


            Sabía que debía hacer lo que había venido preparado a


          cumplir en caso de fracaso. Sacó del bolsillo el cuchillo ce‐


          remonial y lo extrajo de la vaina. Luego se sentó en el suelo


          en la forma prescrita por la tradición. Habló brevemente


          con sus antepasados. Realizó el breve ritual preliminar, y



          entonces con el cuchillo...


            Dimitió de su puesto como secretario general de las na‐


          ciones Unidas.





















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