Page 200 - Marciano Vete A Casa - Fredric Brown
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de Grand Avenue, y vivía en uno de dos habitaciones en el
sótano. En una de las dos habitaciones cocinaba, comía y
dormía. En la otra desarrollaba la parte de su existencia que
tenía más importancia para él: era su taller y laboratorio.
Además de un banco de trabajo y algunas herramientas,
su taller contenía varios armarios, y en los armarios y por
el suelo se apilaban piezas usadas de automóvil, piezas vie‐
jas de aparatos de radio, de máquinas de coser y de aspira‐
doras eléctricas, así como piezas procedentes de lavadoras
viejas, máquinas de escribir, bicicletas cortadoras de cés‐
ped, motores fuera borda, aparatos de televisión, relojes,
teléfonos, juguetes mecánicos, motores eléctricos, máqui‐
nas fotográficas, fonógrafos, ventiladores, escopetas y con‐
tadores Geiger. Un infinito tesoro en una pequeña habita‐
ción.
Sus obligaciones de portero, especialmente en el verano,
no eran muy arduas, lo cual le dejaba mucho tiempo para
inventar y para su único placer, que consistía, cuando ha‐
bía buen tiempo, en sentarse a descansar y a pensar en la
Bughouse Square, que sólo estaba a unos diez minutos de
donde vivía y trabajaba.
La Bughouse Square es un parque del tamaño de una
manzana de casas y que tiene otro nombre que nadie uti‐
liza. Está frecuentado generalmente por vagabundos, bo‐
rrachos y maniáticos. Debemos decir sin embargo que
Oberdorffer no pertenecía a ninguna de esas categorías.
Trabajaba para vivir y sólo bebía cerveza en cantidades
moderadas. Y contra la posible acusación de que fuera un
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