Page 177 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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árboles que llenaban la jaula. La espesa flora que se
corrompía lentamente, unida a la oscuridad, le impedía
ver el otro extremo de la estancia.
Revisó rápidamente los espejos. Todo estaba en
calma.
Dio unos rápidos pasos hacia atrás, acercándose a
una pequeña bandeja que se deslizaba adentro y afuera
entre los barrotes. Extendió la mano a su espalda e
inclinó la cabeza de modo que los espejos apuntaran
hacia abajo. Pudo ver su mano buscando a tientas. Se
trataba de una maniobra difícil y poco elegante, pero
consiguió capturar el asa y atraer la bandeja hacia sí.
De una esquina de la jaula le llegó un golpe pesado,
como el de dos gruesas alfombras golpeadas la una
contra la otra. Su respiración se aceleró y depositó con
torpeza los gusanos en la bandeja. Los cuatro pequeños
seres ondulantes cayeron sobre el metal en una lluvia
de trozos de papel.
De inmediato, algo cambió en la calidad del aire. Los
ciempiés podían oler al morador de la jaula, y le
gritaban pidiendo ayuda.
La cosa respondió.
Aquellos sonidos no eran audibles, y vibraban en
longitudes de onda ajenas al sonar. La doctora sintió el
vello de todo el cuerpo erizarse cuando el fantasma de
aquellas emociones atravesó su cerebro, como rumores
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