Page 176 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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y lo depositó sobre su cabeza.

                Se  trataba  de  una  jaula  de  tuberías  y  tornillos  de

            bronce que rodeaban todo el «cráneo, con un pequeño


            espejo  suspendido  a  cuarenta  y  cinco  centímetros,

            delante de cada ojo. Afirmó la correa de la papada para

            estabilizar  aquel  pesado  artefacto,  antes  de  volverse


            hacia el guardia y ajustar los espejos. Los giró sobre sus

            articulaciones, de modo que pudiera ver claramente a


            su  espalda.  Cambio  el  foco  de  un  ojo  a  otro,

            comprobando la visibilidad.

                Asintió.


                —Muy bien, ya estoy lista —dijo, mientras recogía la

            caja y la desataba. Contempló los espejos mientras el


            guardia cerraba la puerta a su espalda. Cuando abrió,

            desvió la mirada del interior.

                La  científica  empleó  los  espejos  para  entrar


            rápidamente hacia atrás en la sala oscura.



                Ya estaba sudando cuando la puerta se cerró frente a


            su  cara.  Cambió  la  atención  de  nuevo  a  los  espejos,

            moviendo lentamente la cabeza a un lado y a otro para

            contemplar lo que había a su espalda.


                Detectó una enorme jaula de gruesos barrotes negros

            que  ocupaba  casi  todo  el  espacio.  Bajo  la  luz  parda


            oscura del aceite ardiente y las velas podía distinguir la

            inconexa  y  moribunda  vegetación,  los  pequeños




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