Page 174 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
P. 174

que se adelantó e introdujo una tarjeta de programas

            en la ranura de la pared. El portón se deslizó a un lado.

                Entraron en una vasta cámara oscura.


                El techo y las paredes estaban lo bastante lejos como

            para  ser  invisibles.  Extraños  lamentos  y  gemidos

            procedían, distantes, de todos lados. A medida que sus


            ojos  se  adaptaban,  vieron  en  las  paredes  jaulas  de

            madera oscura, hierro o vidrio reforzado, que cubrían


            a intervalos irregulares la enorme sala. Algunas eran

            gigantescas, del tamaño de habitaciones, mientras que

            otras  no  eran  mayores  que  un  libro.  Todas  estaban


            elevadas, como las vitrinas de un museo, con tablas y

            libros  de  información  frente  a  ellas.  Científicos


            uniformados de blanco recorrían el laberinto entre los

            bloques  de  cristal  como  espectros  en  una  ruina,

            tomando                notas,          observando,                  pacificando                y


            atormentando a los moradores de las jaulas.

                Los  cautivos  sorbían,  gruñían,  cantaban  y  se

            agitaban irreales en sus lóbregas prisiones.


                El  cacto  se  alejó  deprisa  en  la  distancia  hasta

            desaparecer.  La  mujer  que  transportaba  los  gusanos

            seguía avanzando con sumo cuidado.


                Al pasar por las jaulas, las cosas trataban de rozarla,

            de alcanzarla, lo que le hizo temblar como el vidrio.


            Algo se retorcía oleaginoso en una enorme cisterna de

            lodos viscosos, y alcanzó a divisar tentáculos dentados




                                                           174
   169   170   171   172   173   174   175   176   177   178   179