Page 189 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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impidiese hacer preguntas durante un tiempo.

                Por  supuesto,  reflexionó,  si  lo  del  garuda  sigue  en

            marcha, ni se dará cuenta de si participo o no.


                Sus  pensamientos  tenían  un  deje  amargo,  y

            comprendió que no era justa. Ella era dada a la misma

            clase de obsesión: le costaba no ver a todas horas, por


            el  rabillo  del  ojo,  la  forma  monstruosa  del  señor

            Motley. Simplemente habían tenido la mala suerte de


            obsesionarse  al  mismo  tiempo,  pensó.  Su  trabajo  la

            consumía.  Quería  llegar  a  casa  todas  las  noches  y

            encontrarse ensalada de frutas frescas, entradas para el


            teatro y sexo.

                En vez de ello, él trabajaba ávido en su taller y ella se


            encontraba  con  una  cama  vacía  en  Galantina,  una

            noche tras otra. Se veían una o dos veces por semana,

            para  cenar  juntos  y  compartir  un  sueño  profundo  y


            poco romántico.

                Alzó  la  mirada  y  comprobó  que  las  sombras  se

            habían  movido  desde  que  llegara  al  ático.  Se  sentía


            confusa. Con las delicadas patas de la cabeza se limpió

            la  boca,  los  ojos  y  las  antenas  en  rápidas  pasadas.

            Masticó  la  que  decidió  que  sería  la  última  carga  de


            bayas rosas. Las mezclaba con cuidado, añadiendo una

            baya perlada inmadura o una amarilla casi fermentada.


            Sabía  exactamente  qué  sabor  buscaba:  el  amargor

            enfermizo,  empalagoso  de  color  salmón  grisáceo  y




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