Page 246 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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Para entrar en Salpicaduras, Isaac y Lin tuvieron que
cruzar puentes desvencijados, planchas tendidas entre
la zanja de casi tres metros que separaba el lugar del
parque Vaudois. Caminaban en fila, extendiendo en
ocasiones los brazos para conservar el equilibrio.
Dos metros más abajo, la trinchera estaba llena con
un ruidoso caldo grumoso de excremento,
contaminantes y lluvia acida. La superficie quedaba
rota por las burbujas de gas fétido y el cadáver
hinchado de algunos animales. Aquí y allá surgían
latas oxidadas y nódulos de tejido orgánico, como
tumores o fetos abortados. El líquido ondulaba espeso,
contenido por una tensión superficial tan oleosa y
fuerte que no era posible romperla. Las piedras
arrojadas desde el puente eran engullidas sin la menor
salpicadura.
Aun con una mano tapando la boca y la nariz para
combatir la peste, Isaac no pudo contenerse. A mitad
de camino por la plancha, lanzó un ladrido de
repulsión que se convirtió en arcadas. Consiguió no
vomitar. Trastabillar en aquel puente, perder el
equilibrio y caer, era una idea demasiado vil para
considerarla.
El sabor desarticulado del aire hacía que Lin se
sintiera casi tan enferma como Isaac. Para cuando
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