Page 247 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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llegaron al otro lado de las planchas de madera, el buen
humor de los dos se había evaporado. Se dirigieron en
silencio hacia el laberinto.
A Lin no le costó orientarse con edificios tan bajos,
pues el cadáver de los bloques que buscaban se veía
claramente sobre la estación. A veces marchaba delante
de Isaac, a veces detrás. Se movían entre las zanjas de
alcantarillado que corrían entre las casas, pero no les
afectó. Ya estaban más allá del asco.
Los moradores de Salpicaduras salieron para
mirarlos.
Eran hombres y mujeres de ceño adusto y cientos de
niños, todos vestidos con grotescas combinaciones de
prendas recicladas y tela de saco cosida. Pequeñas
manos y dedos tocaban a Lin a su paso. Ella se las
quitaba a manotazos mientras se situaba delante de
Isaac. Las voces a su alrededor comenzaban a
murmurar, antes de que comenzara el clamor por el
dinero. Nadie hizo intento alguno por detenerlos.
Isaac y Lin recorrieron estoicos las calles retorcidas,
manteniendo siempre a la vista las torres. A su estela
iba una multitud. A medida que se acercaban, las
sombras de los garuda surcando el aire se hicieron
claras.
Un hombre obeso, casi tan grande como Isaac, se
interpuso en su camino.
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