Page 254 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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estación de Perdido, el Parlamento, la cúpula del
Invernadero: todos eran visibles, abriéndose paso
sobre el horizonte elevado. Al otro lado de la colina,
Lin divisó los kilómetros y kilómetros del Bosque
Turbio desaparecer por un terreno irregular. Aquí y
allá, pequeños oteros rocosos se liberaban del follaje. Al
norte estaba el largo paisaje ininterrumpido de los
suburbios de clase media de Serpolet y Hiél, la torre de
la milicia en el Montículo de San Jabber, las vías
elevadas de la línea Verso que atravesaban Ensenada y
Campanario. Sabía que justo detrás de aquellos arcos
cubiertos de hollín, a tres kilómetros, se encontraba el
serpenteante curso del Alquitrán, que se llevaba los
barcos y sus cargamentos a la ciudad desde las estepas
del sur.
Isaac bajó las manos y sus pupilas se encogieron.
Revoloteando acrobáticos sobre sus cabezas había
cientos de garuda. Comenzaron a descender, trazando
limpias espirales hasta caer en picado, con las garras de
las patas alineadas, sobre Lin e Isaac. Llovían del cielo
como manzanas maduras.
Había al menos doscientos, estimó Lin, que se acercó
un poco a Isaac, nerviosa. Los garuda medían una
media de un metro ochenta y cinco, sin contar las
magnificas protuberancias de sus alas dobladas. No
había diferencia de altura o musculatura entre machos
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