Page 38 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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para las artistas glandulares khepri.

                Otras  khepri  la  observaban.  Su  falda  era  larga,

            brillante, según la moda de los Campos Salacus: moda


            humana, no los tradicionales pantalones bombachos de

            aquel gueto. Lin estaba marcada. Era una extranjera.

            Había  dejado  a  sus  hermanas.  Había  olvidado  la


            colmena, el enjambre.

                Tengo  derecho,  maldita  sea,  pensó,  exagerando


            desafiante el frufrú de su falda verde.

                La  dueña  de  la  tienda  de  esputo  la  conocía,  y  se

            frotaron las antenas con educación.


                Lin curioseó entre los estantes. El interior de la tienda

            estaba  recubierto  por  cemento  de  gusanos  caseros,


            aplicado  en  las  paredes  y  matando  las  esquinas  con

            más cuidado del que era tradicional. Las mercancías,

            expuestas en estanterías que sobresalían como huesos


            de  la  pasta  orgánica,  quedaban  iluminadas  por

            lámparas  de  gas.  La  ventana  estaba  artísticamente

            cubierta conjugo de diversas bayas de color, por lo que


            la luz del día no penetraba en el establecimiento.

                Lin  habló,  agitando  y  golpeando  sus  antenas,

            segregando diminutas brumas olorosas. Comunicó su


            deseo  de  comprar  bayas  escarlatas,  azules,  negras,

            opalinas  y  púrpuras.  Incluyó  una  rociada  de


            admiración  por  la  gran  calidad  del  material  de  la

            tienda.




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