Page 355 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
P. 355
su curiosidad imbécil. Recordó las discusiones
nocturnas con su hermana de nido, desarrolladas con
las diminutas oleadas químicas y los suaves siseos que
eran los susurros de las khepri. Como resultado de
aquellos debates teológicos, su hermana había
adoptado el camino opuesto al de ella y se había
enterrado tan profundamente en su fe del Aspecto de
Insecto que superó a su madre en fanatismo.
Hasta que no cumplió quince años, Lin no se atrevió
a desafiar abiertamente a su madre de Nido. Lo hacía
en términos que ahora veía como ingenuos y confusos.
Lin denunciaba a su madre como una hereje,
maldiciéndola en el nombre del panteón mayoritario.
Huía del lunático auto desprecio del culto al Aspecto
de Insecto, de las angostas calles de Ensenada. Huyó a
Kinken.
Comprendió que por eso, a pesar del descontento
posterior (su desprecio, en realidad, su odio), había una
parte de ella que siempre recordaría Kinken como un
santuario. Ahora la presuntuosidad de aquella
comunidad insular le asqueaba, pero en la épica de su
huida se había emborrachado con ella. Se había
refocilado en la arrogante denuncia de Ensenada, había
rezado a la Asombrosa Madre del Nido con vehemente
deleite. Se había bautizado con un nombre khepri y, lo
que era vital en Nueva Crobuzon, con uno humano.
355

