Page 438 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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mano de Lublamai estaba cubierta por una delgada
película de un líquido claro, pegajoso. Lo olió y se
apartó ante el débil tufo de limones y descomposición.
Durante un instante se sintió mareado.
Tocó la cara de Lublamai y vio que la piel alrededor
de la boca y la nariz estaba resbaladiza por aquella
pasta, que al principio Isaac había confundido por la
saliva de su amigo.
No hubo grito, bofetada o súplica que hiciera
despertar a Lublamai.
Cuando al fin Isaac se levantó y miró la habitación,
vio que la ventana de su colega estaba abierta, con el
cristal roto y los postigos de madera destrizados. Se
incorporó y corrió hasta el marco desencajado, pero ni
dentro ni fuera había nada que descubrir.
Mientras se apresuraba de un lado a otro bajo su
propio laboratorio elevado, yendo de la esquina de
Lublamai a la de David, tratando de animar con
estúpidas frases a Sinceridad en busca de intrusos,
comprendió que hacía un tiempo se le había ocurrido
una terrible idea que había estado agazapada,
perversa, en el fondo de su mente. Se detuvo
resoplando. Poco a poco, levantó la mirada y observó
con gélido terror la parte inferior de las planchas de la
pasarela.
Una calma temerosa cayó sobre él como la nieve.
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