Page 440 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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—Oh, dioses... —susurró con labios secos y
trémulos—. Oh, Jabber, ¿qué he hecho?
A la milicia de Nueva Crobuzon no le gustaba ser
vista. Emergían por la noche con sus uniformes oscuros
para desarrollar tareas como pescar a los muertos en el
agua. Sus naves aéreas y cápsulas serpenteaban y
zumbaban por toda la ciudad, en sus opacas misiones.
Sus torres estaban selladas.
La milicia, la defensa militar de Nueva Crobuzon y
sus agentes de corrección interna, solo aparecían con
sus uniformes, las infames máscaras que ocultaban
todo el rostro, su armadura oscura, los escudos y las
pistolas cuando actuaban como guardianes de algún
lugar especialmente delicado, o en tiempos de gran
emergencia. Mostraron sus colores abiertamente
durante las Guerras Pirata y las algaradas Sacramundi,
cuando los enemigos atacaban el orden en la ciudad
tanto desde dentro como desde fuera.
Para las labores del día a día confiaban en su
reputación y en su vasta red de informadores (las
recompensas a cambio de información eran generosas),
así como en los oficiales de paisano. Cuando la milicia
actuaba, era el hombre que bebía cassis en el café, la
anciana cargada de bolsas, el oficinista de cuello rígido
y zapatos relucientes, que de repente se cubrían con
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