Page 443 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
P. 443
un personaje distinto, riendo en voz baja y charlando
urbanos, inocuos, mientras retomaban la patrulla
nocturna.
En las catacumbas bajo la Espiga, la inerte pareja era
pinchada, abofeteada, gritada, insultada. Para las
primeras luces del alba ya los había examinado un
científico de la milicia, que había escrito su informe
preliminar.
Las cabezas se rascaban perplejas.
El informe del científico, junto con la información
condensada a partir de otros crímenes extraños o
graves, fue enviado por toda la Espiga y se detuvo en
la penúltima planta. Los documentos eran
transportados a toda prisa por aquel retorcido pasillo
sin ventanas, hacia los despachos de la secretaria de
Interior. Llegaron a tiempo, a las nueve y media.
A las diez y doce, un tubo de comunicación comenzó
a tronar perentorio en la cavernosa estación de
cápsulas que ocupaba toda la planta en la coronación
de la Espiga. El joven sargento de guardia estaba al otro
lado de la cámara, arreglando una luz rota en el frente
de una cápsula colgada, como otras muchas decenas,
de un intrincado sistema de raíles suspendidos que se
enlazaban y cruzaban bajo el alto techo. Aquellos rieles
entreverados permitían que las cápsulas se movieran
entre ellas, sitúan y se sitúa vahándose en una de las
443

