Page 441 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
P. 441
capuchas ocultas en pliegues invisibles de la ropa,
desenfundaban sus enormes pistolones de pedernal de
cartucheras ocultas y caían sobre los criminales.
Cuando un ratero corría huyendo de una víctima
vociferante, podía tratarse de un hombre de buen porte
con poblado bigote (claramente falso, dirían todos
después, sin que nadie, eso sí, lo hubiera notado antes)
el que lo apresara con una terrible presa en el cuello,
para desaparecer con el detenido entre la multitud, o
en una torre de la milicia.
Después no quedaban testigos que pudieran explicar
con claridad qué aspecto tenían aquellos agentes en su
guisa civil, y nunca nadie volvía a ver al oficinista, o al
hombre de buen porte, o a cualquiera otro de ellos, en
esa parte de la ciudad.
Se llegaba a la seguridad por medio del temor
descentralizado.
Eran las cuatro de la mañana cuando se encontró a la
prostituta y a su cliente en la Ciénaga Brock. Los dos
hombres que caminaban por los callejones oscuros, con
las manos en los bolsillos y la cabeza gacha, se habían
detenido al ver una forma derrumbada bajo la
mortecina luz de gas. Su comportamiento había
cambiado. Miraron a su alrededor antes de entrar en el
callejón.
Encontraron a la estupefacta pareja el uno al lado del
441

