Page 470 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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Vansetty giraba potenciómetros y apretaba varios
botones, ante lo que el suelo de madera comenzó a
temblar, como sacudido por un etermoto. Un zumbido
aumentó su intensidad alrededor de los humanos
apiñados, que se bamboleaban en su pequeño campo
de energía. El aire malsano vibró arriba y abajo y
recorrió sus cuerpos.
El embajador pandeó, se dividió y desapareció en un
instante, como un heliotipo en el fuego. La pálida luz
carmesí formó burbujas antes de evaporarse, como si
se filtrara por un millar de grietas en las polvorientas
paredes del despacho. La oscuridad de la sala se cerró
sobre ellos como una trampa. La diminuta vela de
Vansetty parpadeó y se apagó. Tras comprobar que no
eran observados, Vansetty, Rudgutter, Stem‐Fulcher y
Rescue abandonaron el lugar. El aire era
deliciosamente frío. Pasaron un minuto limpiándose el
sudor de la cara y arreglando sus ropas, sacudidas por
los vientos de otros planos.
Rudgutter sacudía la cabeza con asombrado
arrepentimiento.
Sus ministros se compusieron y se volvieron hacia él.
— Me he reunido con el embajador quizá una docena
de veces en los últimos diez años —les dijo—, y nunca
lo había visto comportarse así. ¡Maldito sea ese aire! —
añadió, frotándose los ojos.
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