Page 469 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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negociando, lo hacía de un modo inédito hasta ahora.
Rudgutter bajó las defensas y cerró los ojos para
pensar, abriéndolos de inmediato en cuanto percibió el
monstruoso paisaje y vislumbró la segunda forma del
embajador. Lo intentó de nuevo.
—Podría llegar incluso a... digamos...
—No lo entiende, alcalde Rudgutter —replicó el
demonio. Su voz era impávida pero parecía agitada—.
No importan las unidades de mercancía que pueda
ofrecernos, ni su condición. No estamos disponibles
para este trabajo. No es indicado.
Se produjo un largo silencio. Rudgutter escrutó
incrédulo al demonio que tenía enfrente. Empezaba a
comprender lo que sucedía. Bajo los rayos de luz
sangrienta, vio al embajador abrir un cajón y extraer
unos papeles.
— Si ha terminado, alcalde Rudgutter —siguió con
suavidad—, tengo trabajo que hacer.
Rudgutter aguardó a que la despiadada y tétrica
resonancia del que hacer que hacer que hacer remitiera en
el exterior. El eco le revolvía el estómago.
—Oh, sí, sí, embajador —dijo—. Lamento haberle
tenido ocupado. Espero que volvamos a hablar pronto.
El embajador agachó la cabeza en educada
despedida y sacó una pluma del bolsillo interior y
comenzó a escribir en los papeles. Detrás de Rudgutter,
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