Page 472 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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hasta  allí...  En  realidad,  creo  que  ese  «eco»  se

            pronunció  primero.  Las...  elocuentes  palabras  que

            escuchamos de boca del embajador... aquellos eran los


            verdaderos ecos. Aquellos eran los reflejos retorcidos.

                Stem‐Fulcher y Rescue guardaron silencio. Pensaron

            en los gritos, en el tono torturado y maníaco que habían


            oído  en  el  exterior,  el  farfullo  ruinoso  e  idiota  que

            parecía  ser  una  burla  del  diabólico  refinamiento  del


            embajador.

                Pensaron en que aquella podía ser la voz genuina.

                —Me pregunto si nos equivocamos al pensar en que


            ellos tienen un modelo psíquico diferente. Puede que

            sean comprensibles. Puede que piensen como nosotros.


            Y  lo  segundo,  teniendo  en  cuenta  esa  posibilidad,  y

            recordando lo que el «eco» podría contarnos acerca del

            estado mental demoníaco, es que al final, mientras yo


            intentaba  llegar  a  un  trato,  el  embajador  estaba

            asustado... Por eso no podía acudir en nuestro auxilio.

            Por eso dependemos de nosotros mismos. Porque los


            demonios tienen miedo de aquello que perseguimos.

                Rudgutter se detuvo y se volvió hacia sus ayudantes.

            Los  tres  se  miraron.  Stem‐Fulcher  torció  su  gesto


            durante un segundo, antes de recuperar la compostura.

            Rescue era impasible como una estatua, pero no dejaba


            de tirar de su bufanda. Rudgutter asentía pensativo.

                Se produjo un minuto de silencio.




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