Page 518 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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Crobuzon, en gran medida financiada por esas mismas
familias. Las fábricas y muelles crecieron y
proliferaron. El Meandro Griss, al otro lado del río,
disfrutó de un breve crecimiento por la
maquinofortuna, con todo el ruido y la peste que ello
conllevaba. Se convirtió en hogar de gigantescos
vertederos fluviales, y se creó un nuevo paisaje de
ruina, deshechos y basura industrial, como una
parodia acelerada del proceso geológico. Los carros
volcaban una carga tras otra de máquinas rotas, papel
descompuesto, escoria, residuos orgánicos y detritus
químico a los vertederos vallados del Meandro Griss.
La materia se asentaba y desparramaba, se deslizaba o
quedaba fija, adoptando formas, imitando a la
naturaleza, creando valles, oteros, canteras y estanques
de gas fétido. A los pocos años las fábricas locales se
habían marchado, pero dejaron atrás sus residuos. Los
vientos que soplaban desde el mar enviaban la
pestilencia al otro lado del Alquitrán, hacia la Aduja.
Los ricos desertaron de sus hogares. La Aduja
degeneró de un modo feroz. Se hizo más ruidosa. La
pintura y el yeso burbujeaban y se levantaron de forma
grotesca cuando las grandes casas se convirtieron en
hogares para la población cada vez más hinchada de
Nueva Crobuzon. Las ventanas rotas se arreglaban de
cualquier modo y volvían a romperse. Llegó un
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