Page 543 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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Stem‐Fulcher, y por fin de Bentham Rudgutter, que
cerró la puerta tras ellos.
Cuando se detuvieron en la habitación, todos
sintieron un momento de dislocación, una voluta de
inquietud que perforaba su piel como una inercia
prácticamente física. Largas hebras, invisibles
filamentos de éter retorcido y emociones, se
coagulaban en intrincados patrones alrededor de la
sala, se pegaban a los intrusos, y los envolvían.
Rudgutter tiritó. Por el rabillo del ojo alcanzó a
divisar briznas que se plegaban en la inexistencia al
mirarlas claramente.
La sala estaba tan oscura como si hubiera sido
amortajada con telarañas. Todas las paredes estaban
cubiertas de tijeras unidas en un extraño diseño. Las
herramientas se perseguían las unas a las otras como
peces predadores; ascendían por el techo, se
enroscaban sobre sí mismas y sobre las demás en
convulsos e inquietantes bosquejos geométricos.
La milicia y sus superiores permanecieron quietos
contra una pared de la sala. No había fuentes visibles
de luz, pero podían ver. La atmósfera del lugar parecía
monocroma, o perturbada en algún modo, pues la
claridad empalidecía acobardada.
Así permanecieron durante largo rato. No había
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