Page 538 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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había oído su nombre, pero comprendería la escala de

            lo que había sucedido. Puede que tuviera alguna idea

            sobre lo que hacer. Y si no era así, no le vendría mal un


            café fuerte y algo de consuelo.



                Su puerta estaba cerrada. No llegó respuesta alguna


            desde el interior. Derkhan casi chilló. Estaba a punto de

            marcharse hacia una triste soledad cuando recordó las


            emocionadas descripciones de Isaac sobre un tugurio

            que frecuentaba en la orilla, el Niño Muerto, o algo así.

            Dobló la esquina de la callejuela junto a la casa y miró


            el camino hacia el río, cubierto de losetas de piedra rota

            y erupciones de hierba tenaz.


                Las olas arrastraban la hez orgánica hacia el este. Al

            otro  lado  del  Cancro,  la  orilla  estaba  atestada  de

            marañas de zarzas y matojos de algas serpentinas. Un


            poco hacia el norte, en la ribera de Derkhan, alcanzó a

            divisar  un  establecimiento  cochambroso.  Decidió

            probar  suerte  y  aceleró  al  ver  el  cartel  de  pintura


            pelada: el Niño Moribundo.

                El  interior  era  denegrido,  fétido,  caliente  e

            inquietantemente húmedo; pero en una esquina, detrás


            de  los  humanos,  vodyanoi  y  rehechos  borrachos  e

            indolentes, estaba sentado Isaac.


                Hablaba  en  susurros  con  otro  hombre  al  que

            recordaba vagamente como un científico amigo suyo.




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