Page 56 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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                Para su horror, Lin se retrasaba.

                No ayudaba que no fuera una entusiasta del Barrio


            Óseo.  La  arquitectura  bastarda  de  aquel  estrafalario

            distrito le confundía: un sincretismo del industrialismo

            y la chillona ostentación doméstica de los acomodados,


            el hormigón pelado de los muelles olvidados y la piel

            estirada de las tiendas precarias. Las distintas formas


            se superponían aleatorias en aquella zona baja, llena de

            matorral  urbano  y  tierra  yerma,  en  la  que  crecían  la

            maleza y las plantas más duras que se arrastraban por


            las llanuras de hormigón y asfalto.

                A Lin le habían dado el nombre de una calle, pero los


            carteles a su alrededor yacían rotos en sus peanas, o se

            caían  hasta  el  punto  en  que  señalaban  direcciones

            imposibles,  o  quedaban  ocultos  por  el  óxido,  o  se


            contradecían los unos a los otros. Dejó de concentrarse

            en ellos y consultó el mapa abocetado.

                Podía orientarse con las Costillas. Miró arriba y las


            encontró sobre ella, alzándose vastas hacia el cielo. Solo

            un lado de la jaula era visible, las curvas blanqueadas

            y  ampolladas  erectas  como  una  ola  ósea  a  punto  de


            romper sobre los edificios al este. Lin se acercó a ellos.

                Las calles se abrieron a su alrededor y se encontró


            frente a otro espacio de aspecto abandonado, aunque

            muchísimo más grande que los demás. No parecía una




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