Page 59 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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tapiados y ventanas selladas y pintadas con alquitrán.
No había viandantes, ni taxis, ni tráfico. Lin estaba
sola.
Sobre la única puerta restante en la colonia se había
pintado con tiza lo que parecía un tablero de juego, un
cuadrado dividido en otros nueve. No había cruces y
círculos, no obstante, ni otras marcas.
Aguardó en la calle y jugueteó con su falda y su blusa
hasta que, exasperada con ella misma, se acercó a la
puerta y llamó con golpes rápidos.
Ya es bastante malo que llegue tarde, pensó, como para
seguir fastidiándolo.
Sobre ella oyó bisagras y palancas deslizándose, y
detectó un leve reflejo de luz: se estaba desplegando
algún sistema de lentes y espejos para poder juzgar si
el visitante era digno de atención.
La puerta se abrió.
Frente a Lin estaba una enorme rehecha. Su rostro
seguía siendo el de la mujer lúgubre y bonita de
siempre, con piel oscura y el cabello largo y trenzado,
pero se encontraba sobre un esqueleto de hierro negro
y peltre, de más de dos metros. Se alzaba sobre un
trípode de rígido metal telescópico. Su cuerpo había
sido adaptado al trabajo pesado, con pistones y poleas
que le daban lo que parecía una fuerza imbatible. Su
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