Page 744 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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El  hombre  que  se  aproximaba  a  ellos  caminaba

            desnudo y era de una delgadez espantosa. Su rostro

            estaba estirado en una permanente mueca de disforme


            incomodidad.  Sus  ojos,  su  cuerpo,  se  sacudían

            convulsos como si sus nervios se vinieran abajo. La piel

            parecía necrosada, sometida a la lenta gangrena.


                Pero lo que hacía temblar y gemir a los espectadores

            era la cabeza. El cráneo había sido abierto limpiamente


            en  dos  justo  encima  de  los  ojos;  la  tapa  de  los  sesos

            había desaparecido. Bajo el corte se advertía un borde

            de sangre coagulada. Desde el húmedo interior hueco


            de  la  calavera  culebreaba  un  cable  retorcido  de  dos

            dedos  de  grosor.  Estaba  rodeado  por  una  espiral  de


            metal ensangrentado, de color rojizo y plateado en la

            base, que se hundía en la raíz del cerebro inexistente.

                El tubo se alzaba hacia arriba, suspendido sobre el


            cráneo del hombre. Isaac lo siguió lentamente con la

            mirada, atónito y horripilado. Se curvaba hacia atrás

            hasta que se encontraba, a más de seis metros de altura,


            con la mano de metal retorcido del constructo gigante.

            Después pasaba a través de la palma de la criatura y

            desaparecía en algún punto de sus entrañas.


                La mano mecánica parecía estar compuesta por un

            paraguas gigante, arrancado y reconectado, adosado a


            pistones  y  tendones  de  cadena,  que  se  abría  y  se

            cerraba  como  una  garra  cadavérica.  El  autómata




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