Page 929 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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presencia. Todo su fervor estaba reservado para su
destruida progenie.
Mientras Isaac volvía el rostro de nuevo, se dio
cuenta de que los cactos que se encontraban al otro lado
de la calle habían también escuchado el ruido. Desde
allí no podían ver la ventana, no podían ver la forma
monstruosa que se estaba infiltrando en la casa. Pero
podían ver a Isaac, huyendo de ellos, gordo y furtivo.
—Oh, mierda —jadeó Isaac, que empezó a correr
pesadamente.
Se alzó una confusión de gritos. Una voz se elevó
sobre ellos y empezó a dar órdenes secas. Algunos de
los guerreros cactos que se encontraban junto a la
puerta se apartaron del grupo y corrieron directamente
hacia Isaac.
No eran muy rápidos, pero él tampoco. Empuñaban
sus enormes armas de forma experta, sin que los
estorbaran al correr.
Isaac apretó el paso todo lo que pudo.
— ¡Estoy de vuestro puto lado! —gritó mientras lo
hacía. Pero fue en vano. Sus palabras resultaban
inaudibles. E incluso si hubieran podido escucharlo, no
era probable que los guerreros cactos, aterrorizados y
aturdidos y pugnaces, le hubieran hecho el menor caso
antes de matarlo.
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