Page 931 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
P. 931
ella. La pistola de chispa bramó y el retroceso hizo que
se tambaleara hacia atrás. Una gran nube de
perdigones se desperdigó sin causar daño sobre las
cabezas de los hombres cacto.
— ¡No! —gritó Tansell—. ¡Oh, Jabber, no! —estaba
mirando fijamente a Isaac, rogando con desesperación
que le dijera que no era cierto.
—Lo siento, amigo, de veras, pero tenemos que irnos
de una vez por todas —dijo Isaac con urgencia.
—Está bien, Tan —dijo Pengefinchess con la voz
desesperadamente firme. Disparó otra flecha de punta
preparada que cortó un gran tajo de carne de cacto. Se
irguió, mientras aprestaba un tercer proyectil.
—Vamos, Tan. No pienses. Solo muévete.
Hubo un zumbido agudo y el chakri de uno de los
cactos impactó contra el tabique que había junto a la
cabeza de Tansell. Se clavó profundamente en su
interior y arrojó a su alrededor una dolorosa explosión
de fragmentos de mortero.
El escuadrón de cactos se aproximaba rápidamente.
Sus rostros, contraídos de furia, resultaban ya visibles.
Pengefinchess empezó a retroceder, arrastrando a
Tansell.
— ¡Vamos! —exclamó. Tansell se movió con ella al
tiempo que musitaba y gemía. Había dejado caer el
arma y apretaba las manos como si fuesen garras.
931

