Page 259 - Un Mundo Fuera Del Tiempo - Larry Niven
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Larry Niven Un mundo fuera del tiempo
permitir la entrada a los vehículos aéreos de la
policía.
Allí tenía que haber armas…
Recordó que había comida en el parque, y
Corbell se moría de hambre. Subió al coche, no
con muchas ganas, y marcó el número que
Mirelly‐Lyra le había dado: L invertida, L
invertida, un garabato sin definición, delta.
El parque, así como los bosques que
circundaban la ciudad, se extendía hacia las
calles. El vehículo se detuvo ante un grupo de
parras. Corbell bajó (no tenía otra alternativa) y
se encontró hundido hasta las rodillas entre las
ásperas enredaderas, que le arrastraron hacia
atrás. Logró deshacerse de sus ramas.
El hambre no solía mejorar el carácter de
Corbell. Le volvía irritable e imposible de
aguantar.
Ante él se levantaba un muro de vegetación,
dos veces más alto que él. Suponiendo que bajo
aquella maraña de enredaderas se encontraba
una verdadera pared, Corbell se dirigió hacia su
final, dio la vuelta y entró al parque
propiamente dicho.
No había grandes diferencias. Estaba oscuro
como boca de lobo. La luz horizontal de Júpiter
no podía penetrar los árboles y los edificios.
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