Page 1007 - Kraken - China Mieville
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salmuera chapoteó cuando el animal se volvió. Sus


             brazos se estiraban y destorcían, demasiado débil



             aún para revolverse, con la piel aún escabrosa y sin


             rejuvenecer,  pero  el  kraken  estaba  vivo,  o  no


             muerto. Era un zombi. Un no muerto.




                    Presa del pánico ante el repentino punto y final


             a  su  muerte,  esputaba  tinta  negra‐marrón‐gris


             oscura. Se estrellaba contra la parte interna de su


             tanque, y se estancaba junto a aquel último líquido


             en el que yacía el kraken.




                    Billy  vio  a  Byrne  hacer  ademán  de  coger  la


             jeringa. La vio moverse. Disparó. El recipiente que



             contenía a Grisamentum explotó.



                    Byrne chilló al tiempo que cristal, tinta y sangre



             de  su  mano  lacerada  estallaban  ante  ella,


             cayéndole entre los dedos. La tinta se esparció por


             el suelo, disipándose en las corrientes de la casa


             vacía.  Un  pistogranjero  volvió  a  entrar  y  miró


             atentamente  a  Byrne  y  la  marea  de  tinta  que  la


             cubría por delante. Billy bramó con un triunfante


             «¡Jaaaa!»  y  retrocedió  hasta  haber  entrado  de


             nuevo en la cocina.




                    —¡Collingswood! —gritó.




                    —¿Qué? —oyó. Billy miró a través de la puerta





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