Page 303 - Kraken - China Mieville
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repente…




                    Pero la puerta se estaba cerrando, y por mucho


             que  exigiera  a  voz  en  grito  saber  qué  estaba


             pasando, Marge no siguió a los policías. Se apoyó



             contra  la  puerta  hasta  que  se  le  pasaron  las


             intensas ganas de llorar que sentía. Y se dijo en voz


             alta:




                    —¿Qué coño ha sido eso?




                    ¿Qué  había  sido?  Era  una  decisión  que


             reclamaba  al  instinto,  una  mala.  Había  sido  una


             corazonada de las que no se suele oír hablar: una


             corazonada equivocada.




                    —Ni una puta mierda —dijo Collingswood.




                    Se  encendió  un  cigarrillo.  La  suave  brisa


             invernal le arrancó el humo.




                    —No sabe una mierda —siguió.




                    —Estamos de acuerdo —dijo Baron.




                    —Y nada de esto tiene que ver con ella. A esa


             no le vamos a sacar nada de nada.




                    —Estamos de acuerdo —dijo Baron.




                    —Nadie  se  ha acercado  siquiera  a ese  piso  a


             embrujar los cojones —dijo Collingswood—. Nada




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