Page 550 - Kraken - China Mieville
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como  un  bebé  de  fábula.  Pasaban  transeúntes,


             pero  ninguno  lo  bastante  cerca  como  para  ver



             nada, y en cualquier caso, al igual que la mayoría


             de los londinenses de hoy en día, procedían de un


             modo furtivo y veloz casi en todo momento, como


             si  estuvieran  en  el  parque  en  contra  de  su


             voluntad.




                    Dane  desechó  su  arpón  con  evidente  alivio.


             Como paladín de la Iglesia del Dios Kraken había


             tenido  pocas  opciones.  Al  igual  que  muchos


             grupos  desprovistos  de  un  poder  real  y  una



             realpolitik, lo cierto es que la iglesia estaba coartada


             por  su  estética.  Sus  operarios  no  podían  llevar


             encima pistolas, simplemente porque las pistolas


             no eran lo suficientemente calamarianas.




                    Era una reivindicación frecuente. Los nuevos


             soldados borrachos de la Catedral de las Abejas se


             lamentarían: «No es que no crea que las cerbatanas


             con punta de aguijón no molen, solo que…»; «He


             llegado a dominar el manejo de la porra de vapor»,


             les dice a sus mayores un pistonpunki desafecto,



             «pero ¿no sería útil…?»



                    Oh, por una carabina suspiraban los asesinos



             devotos.




                    Con  un  verbo  algo  más  propagandístico,  la


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