Page 666 - Kraken - China Mieville
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ayudaríamos  para  que  ellos  nos  ayudaran  a


             nosotros,  no  sé…»  ¡Concéntrate!,  pensó  Dane.



             Vamos. «Total, que fue allí, y me tenían ahí atado,


             como en un condenado juego de hilos, y cogen y


             vienen a darlo todo, y venga, y dale, y así. Bueno».


             Se  sorbe  la  nariz.  Dane  como  su  abuelo,


             sorbiéndose la nariz. «Los dejo que se acerquen del


             todo. Yo me dejo llevar, la cabeza por todas partes,


             ¿sabes?  Ellos,  cacareando.  “Nunca  vas  a  tal,



             siempre vamos a cual.” Pero cuando se metieron


             en  faena,  cuando  se  liaron  conmigo,  yo  no  dije


             nada. Hasta que estuvieron ahí. Entonces recé una


             oración y, como ya sabía que harían, como ya sabía


             yo que harían, maldita sea, todas las cuerdas que


             tenían no eran más que lo que han sido siempre,


             que son los brazos de Dios, y Dios las desenrolló,


             y fui libre, y entonces, muchacho, se ajustaron un


             poco las cuentas».




                    Hurra. En un momento dado, los ecos de la sala


             en la que Dane se encontraba cambiaron, al entrar



             gente. Dane dejó de hablar consigo mismo y trató


             de escuchar. No podía ver quién había allí, con lo


             que le habían hecho en los ojos. No podía ver, pero,


             aun entre las ráfagas de dolor, podía oír, y sabía


             que la voz que oía era la del Tatuaje.




                    —¿En serio, nada? —dijo el Tatuaje.


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