Page 949 - Kraken - China Mieville
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quedado sin papel.




                    —Nadie  quiere  darte  por  culo  —le  dijo


             Collingswood—. ¿Quieres parar?




                    Se oyó un porcino chillido en dimensiones lo


             bastante cercanas como para que Marge pudiera



             oírlo, y retrocedió.



                    —Ahora                 has         asustado               a       Jeta         —dijo



             Collingswood. Les gritó a sus hombres—: Metedlo


             en el coche. Si mañana queda algo de Londres, ya


             veremos lo que hacemos.




                    Todos  los  policías,  tan  incompetentes  como


             dovelas, estaban arrastrando a Paul hacia el coche.


             A Marge se le ocurrió la idea de que podía correr.


             Le siguió la certeza de que no lo haría. Y fue tras


             ellos, como le habían ordenado que hiciera.




                    La  detención,  la  invitación,  era  tentadora.


             Después  de  todo  el  trabajo  que  había  hecho,  de



             todo aquello a lo que se había enfrentado, el té de


             la policía, una habitación resistente, alguien que se


             hiciera  cargo  de  las  gestiones.  Yo,  pensó  Marge


             mientras  se  acomodaba  en  el  asiento  de  atrás,


             ofreciendo su hombro a modo de almohada para


             que Paul apoyara la cabeza, que aún le colgaba,


             estoy que me caigo de cansada.





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