Page 945 - Kraken - China Mieville
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Sabían (Paul, explícitamente; Marge, por
medio del instinto que estaba desarrollando) que
aquello estaba lejos de acabar, en lo relativo a
Londres. No obstante, para ellos aquella ejecución
había significado el final de una época. Estaban
sentados donde habían caído, hablando un poco,
pero casi todo el rato se quedaron allí sentados, sin
más, aspirando el aire libre de Goss y Subby. Paul
lanzó de una patada el corazón de Goss que se
deslizó por el hormigón.
Cuando murió Goss, las luces del
aparcamiento se habían atenuado dos veces y
volvieron a encenderse en forma de «hip hip
hurra», de júbilo objetual. Los colores cambiaron y
las sombras se movieron, mientras unas emisarias
de distintas cortes (de hadas seelie, unseelie,
abseelie o paraseelie) se pasaban por allí a ratificar
el rumor que ya se estaba propagando. Unos
cuantos fantasmas, que Marge no vio, pero sí notó
como movimientos de triste calidez. Con un
«hiiii», pasó a su lado una esencia porcina. Fue
poco después de eso cuando oyeron un coche.
Sin sirena, pero con las luces girando, un coche
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