Page 188 - El hombre ilustrado - Ray Bradbury
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—Ya  lo  sé.  Para  tranquilidad  de  esos  padres


           instalaremos esta campana, en una torrecita.



           —¿Y qué haremos con el órgano?



           —Lo tocaremos mañana, en el primer servicio.



           —Pero, los marcianos…


           —Ya lo sé. Pero vuelvo a repetírselo. Para nuestra


           propia  comodidad,  nuestra  propia  música.  Más


           tarde descubriremos la música marciana.



           Los  padres  se  levantaron  muy  temprano  en  la


           mañana  de  domingo,  y  se  movieron  en  el  aire

           helado  como  pálidos  fantasmas,  con  las  sotanas


           cubiertas  de  escarcha  crujiente.  Estaban  como


           adornados  de  campanillas,  y  esparcían  a  su


           alrededor unas gotas plateadas.


           —Me  pregunto  si  hoy  es  domingo  en  Marte  —


           murmuró el padre Stone, pero al ver el gesto del


           padre Peregrine continuo—: Puede ser miércoles o


           jueves,  ¿quién  sabe?  Pero  no  importa.  Dejemos


           correr la imaginación. Es domingo para nosotros.

           Adelante.



           Los padres entraron en la plataforma de la «iglesia»


           y  se  arrodillaron,  estremeciéndose,  con  los  labios


           morados.


           El padre Peregrine pronunció una breve oración, y


           puso los fríos dedos sobre las teclas del órgano. La


           música se alzó como un vuelo de hermosos pájaros.


           El  padre  Peregrine  tocaba  las  teclas  como  un





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