Page 301 - El hombre ilustrado - Ray Bradbury
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mismo con usted dentro de diez minutos. Elija, Ettil
Vrye: unirse a la legión de los guerreros, o morir en
la hoguera.
—Hay que elegir entre dos muertes. Elijo la
hoguera.
—¡Hombres!
Arrastraron a Ettil hasta el patio. Allí vio como
arrojaban al fuego sus revistas, tan cuidadosamente
coleccionadas. Habían preparado un pozo de
petróleo de un metro y medio de profundidad.
Encendieron el pozo. Las llamas atronaron el aire.
Dentro de un minuto me echarán ahí, pensó Ettil.
En el otro extremo del patio, en la sombra, vio la
solemne y solitaria figura de su hijo, con los ojos
amarillos, grandes y brillantes, llenos de pena y
miedo. El niño, silencioso, no se movía. Miraba a su
padre como un animal agonizante, un animal
callado que sólo quería esconderse.
Ettil miró el pozo de fuego. Sintió unas manos
rudas que le arrancaban la ropa y lo empujaban
hacia el rojo perímetro de la muerte. Tragó saliva, y
gritó:
—¡Un momento!
El rostro del comisionado, enrojecido por las
llamas, se adelantó a través del aire tembloroso.
—¿Qué pasa?
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