Page 326 - El hombre ilustrado - Ray Bradbury
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—Por favor, Joe, no me gusta que me interrumpan.
Déjame terminar y luego dirás todo lo que quieras.
Como te iba diciendo, os sentíais muy solos allá
arriba, y bajasteis a ver nuestras ciudades y
nuestras mujeres y todo lo demás, y nosotros os
recibimos con los brazos abiertos. Todos somos
hermanos. Sois hombres comunes como nosotros.
Y, además, Roscoe, esta invasión puede darnos
algunos beneficios. Por ejemplo, esta película nos
reportará una ganancia neta de un billón de
dólares. Estoy seguro. La semana próxima
comenzaremos a vender una muñeca marciana,
algo especial, a treinta dólares. Piensa en los
millones que podemos ganar. Firmaremos también
un contrato para vender un juego marciano a cinco.
Hay muchas posibilidades.
—Ya veo —dijo Ettil, echándose hacia atrás.
—Y luego, naturalmente, está ese nuevo y
espléndido mercado. Piensa en los depilatorios, las
pastillas de goma y las pomadas para calzado que
podemos venderos.
—Espere. Otra pregunta.
—Lárgala.
—¿Cómo se llama usted? ¿Qué quiere decir R. R.?
—Richard Robert.
Ettil miró el cielo raso.
—¿Lo llamaron alguna vez, por casualidad, Rick?
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