Page 207 - Arcana Mundi - Elizabeth Bear
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                Se dio la vuelta, con el corazón latiéndole frenéticamente

         por la amenaza de un hombre extraño en un lugar aislado,


         pero en cambio  se sintió  fascinada. Era alto,  pero  no  una

         torre,  ancho  pero  no  un  armario  empotrado.  Con  los

         hombros  fuertes  de  un  hombre  que  les  da  uso,  como  los

         surfistas en el agua o los soldados que corrían por la playa.


         El pelo largo y claro —del color de la arena— brincaba en

         una coleta sobre uno de sus hombros como el agua brincaba

         hacia el fondo del precipicio. Una recortada barba castaña

         ocultaba la línea de su mandíbula; el rubor de una ligera


         quemadura solar desaparecía tras ella.



                Y  su  brazo  derecho  terminaba  en  pálidos  retazos  de

         cicatrices  diez  centímetros  por  encima  de  donde  debería

         haber habido una muñeca.



                «Irak», pensó. Podía tener treinta años, pero no treinta y


         cinco. «¿Afganistán?».



                La mirada del hombre se dirigió hacia el hilo de agua

         sangrienta que recorría el brazo de Dagmar. Esperaba que

         diese un paso adelante, que le ofreciese ayuda.



                Sin embargo, dijo:



                —Tu llegada fue predicha, Dagmar Sörensdotter. Estoy


         aquí para decirte lo siguiente: debes sacrificar algo al dolor
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