Page 204 - Arcana Mundi - Elizabeth Bear
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helechos como enjoyadas redecillas, colgadas trémulas en el
vacío como velos de arcoíris. Al lado crecían juncos de un
verde grisáceo.
Se detuvo al pie de la pista, con un nudo en la garganta
hecho de las palabras de emoción que no tenía a quien
decirle. Frente a ella se abría ahora una extensión de arena,
un camino ancho que llevaba hasta el mar por entre dos
elevaciones de piedra. Unos surfistas con trajes de neopreno
se recreaban en las olas, recortados contra la superficie del
agua brillante como un espejo. Allí lucía el sol aunque ella
estaba envuelta por sombra y niebla.
En lo alto del acantilado se posaban dos cuervos hombro
con hombro y miraban a Dagmar con curiosos y brillantes
ojos, las cabezas ladeadas.
—¡Cruac! —dijo el que estaba a la derecha. Dagmar no
podía ver si llevaba una anilla.
Alargó el cuello hasta que le dolió por la rigidez y trató
de no pensar en cómo iba a lograr subir de vuelta. Sintió una
punzada de soledad en el pecho como si se lo oprimieran
unos dedos acusadores.
—Oye —dijo—. Esto es precioso.
Los cuervos no respondieron.

