Page 206 - Arcana Mundi - Elizabeth Bear
P. 206
206
la conocen.
Habría sido estúpido quitarse la zapatilla (si tenía un
corte se llenaría de arena y al ponerse otra vez el calzado le
saldrían ampollas), así que clavó una rodilla en la arena
mojada junto al charca y dejó caer sus manos en el agua.
Estaba muy fría y le alivió la tirantez, esa sensación de tener
la piel como un globo demasiado hinchado. Se tocó el anillo,
sintió el calor de la piel junto a él. Estaba tan apretado que
no podía ni darle vueltas.
Dagmar se apartó de la frente el pelo empapado de
sudor y de arena con el dorso de la mano.
Detrás de ella, igual que antes, una voz —esta también
masculina, pero con un tono más relajado, tranquilo, con un
acento de alguna parte indeterminada del norte de
Europa— dijo:
—Ten cuidado.
Dagmar estuvo a punto de caerse sobre la lodosa charca.
Se sujetó con una mano que metió en el agua —la izquierda,
por casualidad— y la retiró ahogando un grito. En la charca
debía de haber trozos de cristales rotos también y ahora le
corría sangre diluida del pulpejo de la mano hasta el codo,
desde donde luego caía en hilillos sobre la arena.

