Page 216 - Arcana Mundi - Elizabeth Bear
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pasos más adelante Irizarry pudo oler lo mismo que
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Mangosta olía: la fuerte pestilencia de los limazones ,
amoniacal y penetrante.
Dio dos golpecitos rápidos sobre el tentáculo que se
enroscaba alrededor de su garganta, lo que significaba
«pronto». Mangosta adoptó el color del descontento e
Irizarry acarició su resbaladiza y aterciopelada cabeza en
forma de cuña para refrenarla y consolarla. Su docena de
ojos simples y los cuatro compuestos brillaron y el color se
suavizó, sin cambiar, mientras ella se dejaba llevar por la
caricia. Tenía sed de caza y él no la culpaba. La boojum
Manfred von Richthofen se encargaba de sus propias plagas.
Mangosta no había tenido más remedio que conformarse
con una parte de las raciones de Irizarry, pero odiaba comer
cosas muertas.
Si Irizarry era capaz de oler los limazones, tenía que
tratarse de algo más que de la «pequeña plaga» que el
mensaje de la patrona de la estación le había llevado a
esperar. Claro está que aquel mensaje le había llegado a
Irizarry por medio de tres, cuatro o quince intermediarios,
así que no tenía ni idea de cuánto había tardado en recibirlo.
Quizá cuando la patrona de la estación se lo había enviado
sí que era pequeña.

